20 Ago Conexión inesperada
A propósito de las incesantes olas de violencia que estamos experimentando en nuestro país y el mundo, pensé compartir una serie de reflexiones al respecto durante las próximas semanas. Como cristianos, tenemos que aceptar que la Biblia tiene escenas de violencia que son difíciles de interpretar. No pretendo dar una respuesta completa ni la solución última a esta realidad, pero creo que es necesario reflexionar sobre este tema, ya que de allí, estoy convencido, podremos asumir la violencia desde nuevas perspectivas. Así que aquí va la penúltima parte: «Conexión inesperada».
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Llegamos al tema más complejo cuando hablamos de la violencia en la Biblia: aquellas ocasiones en las que, por orden de Dios, el pueblo de Israel aniquiló a otros. Sería imposible en este corto escrito dar larespuesta al tema (si es que existe una). Simplemente, plantearé una perspectiva de acercamiento que, espero, puede ser de ayuda. Para ello quiero hacer mención usar Jonás 3:9-10. El contexto es este: Jonás veía con rabia cómo Nínive se había arrepentido y Dios los había perdonado. Se fue a las afueras de la ciudad, y allí creció una planta que le dio sombra y descanso. Sin embargo, un gusano dañó la planta inesperadamente, y esto airó al profeta. De ahí se desprende este diálogo:
Pero Dios le dijo a Jonás:
-¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta?
-¡Claro que la tengo!-le respondió-. ¡Me muero de rabia!
El SEÑOR le dijo:
-Tú te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció.
Solamente quiero hacerte unas preguntas:
¿Notas la relación entre la ira y la compasión?
¿Viste cómo se intercambian las palabras ‘ira/rabia’ con ‘compadecerse’?
¿Por qué Dios equipara la reacción colérica de Jonás con un comportamiento noble?
¿Cuál es la conexión entre estos aparentes polos opuestos?
Todosconocemos personas que tienen oportunidades extraordinarias a lo largo de su vida, pero las desperdician intencionalmente. Son gente talentosa, con recursos y posibilidades, y aún así se quedan cómodos en la mediocridad. Duele ver cómo la vida de ellos se desperdicia en la intrascendencia. Pero si indagáramos más en ese sentimiento que nos produce esa escena, muy probablemente encontraremos que tenemos una profunda ira.
No puedo contar las veces que he escuchado esta frase: «¡Me da ira que desperdicie su vida de esa manera!».
Esas no son las palabras de una persona indiferente, son de un ser que ama.
Cuando amamos a alguien, queremos lo mejor, anhelamos que alcance todo su potencial. Es precisamente esa identificación verdadera, esa compasión genuina, ese amor real, el que nos lleva a airarnos cuando vemos que un joven con un futuro brillante se queda estancado en el fango de los vicios, o que un deportista extraordinario se limita voluntariamente a una vida de ocio, o que una jovencita hermosa en todo el sentido de la palabra sigue sacrificando su vida en el altar de las relaciones tóxicas. La compasión y la ira están más conectadas de lo que parecería a simple vista.
De hecho, todos nos incomodamos cuando alguien no reacciona con ira e indignación si le hacen daño a un ser amado. Algo dentro de nosotros nos dice que lo más natural cuando vemos que un ser amado lo están dañando o se está haciendo daño es, precisamente, la ira.
Si Dios no respondiera con ira frente a las injusticias que se producen a nuestro alrededor, preguntaríamos qué tan amoroso de verdad es Dios. Querer la compasión de Dios pero molestarnos con la ira es pedir un dios indiferente, no uno amoroso. Contradictorio es pedir justicia y escandalizarse cuando ésta se ejecuta.
Porque la justicia, en muchas ocasiones, es sumamente dura.
La historia de Jonás nos muestra que Dios siempre da oportunidades para que los seres humanos se arrepientan de su mal camino, porque Él es lento para la ira y grande en amor (Jonás 4:2). Una cosa no quita la otra. Todo acto de justicia que encontramos descrito en la Biblia, lo cual implica a veces medios violentos, no son el capricho de un ser insensible, sino las acciones de un Ser compasivo, que siempre da oportunidades, y que no se va a quedar en silencio cuando los seres que ama dañan a otros o se están echando a perder.
La justicia es la mesa donde la compasión y la ira compartenun bocado.
No, esa no es una respuesta definitiva, pero puede ser de ayuda para ver esas historias con otros lentes…
©MiguelPulido
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