¡Qué Buena Musulmana! - pulidomiguel
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¡Qué Buena Musulmana!


En pasados días, la mayoría de nosotros conoció una historia que ocupó importantes espacios en los informes de prensa, los noticieros, los boletines de internet, entre otros. Es una historia que pasó de ser una pequeña bola de nieve a toda una avalancha. Los ojos del mundo se situaron en una persona. Sus decisiones, aunque fuera por un instante, hicieron tambalear los estamentos de seguridad de los Estados Unidos de América. ¡Hasta el presidente del imperio más poderoso que el mundo haya conocido hasta este momento[1] tuvo que intervenir en este asunto!

Me refiero, por supuesto, al pastor Terry Jones.

Tal vez ese nombre no signifique nada para ti. Pero si te recuerdo lo que propuso, seguramente sabrás de quién estoy hablando.

Jones es pastor de una iglesia pequeña en los Estados Unidos. La membrecía de dicha congregación no sobrepasa los 60 asistentes. Sin embargo, esto no ha limitado a Jones para que publique algunos libros, los cuales en su mayoría están relacionados con el mismo tema: El Islam. Evidentemente, no escribe para defenderlo, sino para atacarlo. De hecho, el título de su última publicación es “El Corán Es Del Diablo”.

Pero este es apenas el comienzo.

Este hombre propuso a su congregación instaurar el 11 de Septiembre del presente año como el día oficial de “La Quema Del Corán”. Y el proyecto fue aceptado. Hicieron un gran letrero de letras rojas que anunciaba el evento y, poco a poco, empezó a rodar la voz de lo que estaba ocurriendo (y por ocurrir) en este rincón de Norteamérica. Aquello que había comenzado como la iniciativa de un pastor de bigote tupido de un momento a otro se convirtió en un asunto de seguridad nacional…

¡¿Seguridad Nacional?!

¿Por qué?

Porque existen los extremistas.

Los extremistas son personas que están dispuestas a matar o morir por sus fijaciones religiosas. Algunos llaman a esto “convicciones”, pero eso no es correcto. Una convicción se fundamenta en la verdad. Así como Galileo puso en juego su reputación al asegurar que la Tierra no era el centro del Universo. Una fijación, por su parte, sigue el rumbo de las nociones preconcebidas, sin importar su validez o veracidad. Adicionalmente, una fijación, por lo general, tiende a ser destructiva. No le interesa hacer daño con tal de imponer su punto de vista. Puede manifestarse al estrellar un par de aviones contra unos edificios de oficinas o puede quemar el libro sagrado de otros en el patio de su templo.

Y allí se hace obvio el otro problema fundamental de los extremistas: generalizan.

No les importa a quién se lleven por delante o a quién lastimen en el camino, creen que todo lo que atacan es uniforme, homogéneo, blanco o negro. Un extremista pierde fácilmente de vista toda la gama de colores. No consideran que en la vida haya toda una serie de matices. Y eso, eventualmente, puede causar daño y ser peligroso. Porque no todas las personas que murieron en el ataque a las Torres Gemelas odiaban al islamismo y eran culpables de todas las atrocidades que ocurren en Oriente Medio; ni todos los musulmanes son terroristas que están dispuestos a asesinar indiscriminadamente.

No todos los cristianos somos como Jones.

No todos lo musulmanes son como Bin Laden.

Existen toda una serie de posibilidades entre los extremos.


Las generalizaciones son peligrosas.

En toda esta discusión sobre la insultante propuesta de este pastor de quemar el libro sagrado del Islam, hubo una pronunciación de la vocera del islamismo en la Casa Blanca. Delante de los medios de comunicación esta mujer arropada con su atuendo característico se puso de pie ante el mundo para leer un comunicado referente a este asunto. Para ser honesto, pensé que iba a ser enérgico, condenatorio, recio. Pensé que esa mujer iba a establecer un ultimátum y a poner en su lugar a ese pastor por semejante ofensa.

Pero me equivoqué.

Con un rostro apacible y una voz tierna, esta mujer pronunció las siguientes palabras:

“Aunque esta situación es ofensiva y dolorosa, reconocemos que este hombre no representa el pensamiento de todo el cristianismo. No todos los cristianos son como el pastor Jones”

Esa es la declaración de una mujer sabia, que entiende que el mundo no se limita a blanco y a negro. Sabe que hay matices. No es una extremista. Y es capaz de responder a la maldad con bondad. O, si quieres verlo de otra manera, puede vencer con bien el mal. Colocó la otra mejilla. No siguió alimentando una espiral de odio, sino que puso las cosas en perspectiva. Ante los ojos del mundo (y digo esto con temor a ser malinterpretado) aquella mujer, tal vez sin saberlo, siguió con más sensatez las pisadas de Jesús que el pastor Jones. Aquella musulmana tuvo un comportamiento muy cristiano ese día.


¡Qué buena musulmana!


Este no es un debate sobre la veracidad del Islam o sobre el ecumenismo. Se trata de cómo los representantes de Jesús se están presentando ante el mundo. Tristemente, en la retina de muchas personas quedará la imagen de un cristianismo tóxico, que daña y que no le importa llevarse por delante a aquellos que piensan diferente. Esta es una de esas ocasiones en las que un seguidor de Jesús no hizo honor a su alto llamado y el testimonio del que tanto hablamos quedó por el piso. Como cristiano, eso me duele. Porque no es una cuestión de guardar la apariencia, sino de perpetuar en el nombre de Dios algo que él no apoya.


El pastor Jones finalmente decidió suspender la actividad de quemas del Corán. Sin embargo, sigue insistiendo en su posición contra el Islamismo. Les advierte que tienen en él a un enemigo acérrimo. Según dijo, no existe la más mínima posibilidad de que cambie su punto de vista.

Jones decidió seguir aumentado su rencor contra el Islam en el nombre de Dios.


Sin embargo, en el nombre de Dios se han hecho muchas estupideces y se han perpetuado muchas masacres.


Cualquiera puede hacer en el nombre de Dios algo que Dios no respalda.


[1] Me refiero a los Estados Unidos de América. Con lo que estoy diciendo describo los hechos, pero no implica que estoy de acuerdo con todos y cada uno de los movimientos de esta nación.

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