
19 Abr UN PASO HACIA MI REHABILITACIÓN
Las adicciones son inherentes a la naturaleza humana. Recurrimos de forma desaforada a comportamientos, sustancias, relaciones, personas y hábitos con el fin de llenar un vacío en nuestro corazón. Las adicciones tienen la facultad de hacerte creer que van a llenar lo que necesitas realmente, que sólo estás a una bocanada más de la verdadera felicidad…pero es mentira. Y entonces sostienen que la próxima vez sí será todo lo que requieres… pero es mentira.
Nunca cumplen lo que prometen.
Y, en el proceso, nos atrapan.
Una de las decisiones que tomé cuando empecé a escribir fue tratar de compartir perspectivas diferentes, esperanzadoras y llenas de gracia respecto a temas de la cotidianidad, de mis propias vivencias, de asuntos teológicos o de pasajes de la Biblia. No me importaba cuánta gente me leyera, sencillamente buscaba crecer en esta pasión que no sabía que tenía. Al principio, mis lectores eran amigos, personas de la iglesia, mi esposa (en ese entonces, mi novia), mis papás. Nada pretensioso.
Pero decidí seguir compartiendo los artículos por las redes sociales. No, no creo que sea famoso ni esté cerca de serlo, pero algo ocurrió: algunas personas le daban likes y compartían mis publicaciones. No cientos ni miles, sino unas pocas decenas (en el mejor de los casos). Junto con esto, otros empezaban a comentar sobre lo que escribía. Y descubrí un punto de inflexión: entre más polémico fuera, más ruido generaba, más reacciones obtenía y más lectores conseguía.
Me encantó.
Tanto, que se convirtió en mi parámetro de medición.
Empecé a buscar cómo escribir más sobre temas más polémicos. En un sentido, era lo que siempre quería hacer: dar una perspectiva personal sobre discusiones que se llevaban a cabo en el medio; pero redactar escritos que generaran aprobación se convirtió en mi prioridad. Estaba menos pendiente de la relevancia y más de la irreverencia; menos de la sinceridad y más de los seguidores. Me tragué la mentira del mundo de las redes sociales: viral es sinónimo de vital.
Lo único que anhelaba era escribir algo que me generara tantos likes que se convirtiera en viral.
Y alguna vez pasó.
Pero fue sólo una.
Quedó implantada en mí esa búsqueda por más lectores. Revisaba frenéticamente el contador de visitas de mi blog. Si algún post no tenía cierta cantidad de lecturas, me ponía realmente triste. Buscaba con vehemencia temas polémicos y ni siquiera pensaba si lo que iba a decir era edificante, fiel o si quiera profundo. Caí en las garras de la adicción a la aprobación.
Así funciona, ¿no cierto? Una simple manito con el pulgar arriba o un corazón rojo pueden transformar nuestro día en uno bueno o malo. Sentimos que valemos la pena en función de la afirmación que la gente nos dé detrás de la pantalla de un dispositivo. Sientes que eres inteligente si le dan like a tu publicación o que eres hermoso si les gusta tu foto o que eres influyente si retweetean tu trino o que estás al borde de la fama si alguien ve tu transmisión en vivo. Pero también hay un lado oscuro: la deprimente sensación que nos embarga cuando no generamos tantas reacciones como esperábamos.
Yo quiero rehabilitarme.
Y en este proceso decidí hacer este escrito para dar un paso en ese sentido. No dejaré de escribir. Sin embargo, noté que necesitaba recalibrar mis motivaciones. Gracias por tomarte el tiempo para leer hasta aquí y ser una especie de terapeuta anónimo que escucha la confesión de este paciente.
Deseo enfocarme en lo vital, no en lo viral.
Porque lo esencial ser fiel, sin importar cuántos “me gusta” tenga.
©MiguelPulido
Zully Ruiz
Posted at 22:09h, 19 abrilRealmente me debati entre sí colocar LIKE o no 😬 pero a pesar de todo en primer lugar me gusta lo que escribes generalmente , segundo siento que Dios te usa grandemente para tocar y sensibilizar a los lectores y tercero es muy valiente de tu parte compartir las debilidades con los demás 😉
Paola
Posted at 18:37h, 02 mayo¡Hola! soy Paola Martínez, seguro me recuerdas de algún episodio cómico en la mesa de tu casa, pero mi intervención de hoy es para agradecerte por decidir ser fiel, ese ha sido el ingrediente para que muchos leamos (y comprobemos) a un Dios práctico y real.