
14 Abr ¿UN CAMPEÓN DESDE ANTES DE NACER?
Estábamos reunidos escuchando a una persona que habló sobre nuestro destino de éxito. No recuerdo los detalles, pero sí la ilustración de cierre. “¿Sabías que eres un campeón desde antes de nacer? De entre millones de espermatozoides que corrían para ganar el trofeo de la vida, solamente uno logró su objetivo… y ese eres tú. ¡Le ganaste a 100 millones de rivales! Eres un campeón desde antes de nacer”.
Es curioso lo que uno recuerda, ¿cierto?
Porque la historia es mucho más complicada.
Cuando tu papá y tu mamá… bueno, ¡te hicieron! (lamento la imagen, yo sé que no nos gusta pensar en eso), millones de espermatozoides salieron en una aventura a muerte. Varios millones morirían confundidos por los pasillos sin rumbo de las diferentes cavidades del sistema reproductor femenino.
Los millones que lograron direccionarse correctamente lucharán para lograr hacer una escalada equivalente a subir el Kilimanyaro sin oxígeno. Varios quedarán en el camino. Pero apenas estarán comenzando sus verdaderos problemas.
Para ese momento, el cuerpo de tu mamá sabrá que hay intrusos en su organismo y su reacción será defenderla a como dé lugar. ¿Qué significa eso? El sistema inmune de tu mamá enviará células que decapitarán (¡literalmente!) a cientos de miles de espermatozoides.
El cuerpo de tu mamá te quiso matar.
Perturbador.
A estas alturas, los millones fueron reducidos a cientos en cuestión de unos minutos. Sin embargo, los sobrevivientes no tienen nada asegurado. Cuando llegan lo bastante cerca del óvulo, casi tocando las puertas de su habitación (nota, por favor, mi lenguaje biológico tan especializado), tendrán que esperar afuera—con todos los peligros que ello implica—mientras alguno es elegido. Los óvulos son bastante selectivos.
Aquí hablo por los espermatozoides: ¡¿por qué son tan inconscientes?! Estos pobres seres han atravesado un equivalente al desierto del Sahara, escalado el Kilimanyaro, escogido el camino correcto entre cientos de posibilidades, sobrevivido a asesinos despiadados que decapitaron a sus compañeros de campaña, ¡y ahora tienen que pasar una audición contra un jurado voluntarioso que solamente va a elegir a uno! No hay premios de consolación, no existen segundas oportunidades, nada de “vuelva pronto”. Una sola bala en la recámara y solamente uno dará en el blanco, pero ni siquiera depende de él.
Los poquísimos afortunados que ingresan a la audición final son analizados en detalle, sus movimientos, sus rasgos, sus características, sus peculiaridades y, después de una rigurosa evaluación que hace el óvulo, uno de ellos es elegido, abrazado, aceptado, admitido para empezar el nuevo, arriesgado y aventurado proceso de formar a un ser humano.
No creo que seas un campeón.
Eres un milagro.
Proporcionalmente, es como si hubieras luchado en Los Juegos del Hambre contra la totalidad de la población de Rusia. Las probabilidades no solamente son mínimas, son irrisorias. Lo que hace que tú seas tú al momento de la fecundación es una posibilidad estadística tan minúscula que cuesta creer que sea un proceso cotidiano.
Solemos encerrar la existencia en etiquetas diferenciales que están absolutamente distanciadas una de la otra: perder o ganar, éxito o fracaso, vida o muerte. Sin embargo, desde su mismo inicio, en tu vida conviven ambas realidades de una manera mucho más misteriosa e intrincada de lo que podrías suponer. Este milagro, este misterio que llamamos vida surge en medio de una extraña convivencia de realidades que no permiten que la encapsulemos de tal manera que rechacemos su opuesto.
Éxitos duraderos requirieron salir de en medio de fracasos estrepitosos.
Alegrías infinitas se asomaron en medio de dolores inexpresables.
Hay vidas que surgen en medio de las muertes.
Así ha sido desde el principio.
©MiguelPulido
Moisès Peralta
Posted at 17:57h, 16 septiembreExcelente, mi hermano.