06 May Bin Laden Y Bin Yosef
En un artículo de esta naturaleza es mejor comenzar con algunas aclaraciones:
1. No estoy a favor del terrorismo. Me parece trágico que un ser humano tenga que acabar con la vida de otro ser humano por cumplir con sus ideales—por lo general, distorsionados.
2. Como cristiano, creo que el sermón del monte aún está en vigor. Es un paradigma de vida para todos los que nos declaramos seguidores de Cristo.
3. Jesús no sólo fue un excelente orador, sino que vivió las cosas que predicó. Tenemos que mirar en detalle sus discursos y también su vida.
4. Lo que voy a expresar en las próximas líneas es un punto de vista personal. No pretendo que mis ideas sean absolutas ni paradigmáticas. Si usted está en desacuerdo con lo que digo, ¡hágamelo saber! Su opinión seguramente me enriquecerá. Pero, por favor, entienda mis ideas en contexto. Lo digo porque una vez alguien dijo que yo estaba a favor de la unión libre por algo que había escrito[1]. ¡Yo nunca dije eso!
La noticia mundial de la semana es la muerte de Osama Bin Laden, el terrorista más buscado del mundo. Él estaba a la cabeza de la organización Al-Qaeda. En el cerebro de este personaje se gestó el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001. Su macabro plan cobró la vida de miles de personas inocentes.
Algunos dicen que el mundo no es igual desde ese día.
La humanidad cambió.
Desde ese momento, los terroristas se convirtieron en el objetivo del gobierno de ese entonces. Con Bin Laden como primer objetivo, los norteamericanos le declararon la guerra al terrorismo. De hecho, desplazaron el grueso de su poderío militar hasta el Medio Oriente con el objetivo primordial de capturar o asesinar al líder de Al-Qaeda. Buscarían a Osama vivo o muerto.
Después de 10 años, esta semana por fin se dio la noticia del deceso de Bin Laden. El buscado terrorista fue asesinado por miembros de un equipo élite de las fuerzas armadas norteamericanas. Un par de disparos acabaron con la vida del hombre más buscado de los últimos tiempos[2].
La historia debería terminar ahí.
Pero no termina ahí.
Porque nunca termina ahí.
Hace cientos de años también hubo otro “Bin” entre nosotros. (“Bin” es un sustantivo semítico que significa “hijo”). Él también fue buscado por las autoridades de su época. No lo buscaban por terrorista, sino porque estaba agitando las bases de los estamentos de corrupción que estaban al poder. Estoy seguro que sabes de quien te estoy hablando. Me refiero a Bin Yosef, el hijo de José; él era más conocido como Jesús…Jesús Bin Yosef[3].
Este Jesús Bin Yosef le enseñó a sus seguidores que la mejor forma de solucionar la violencia no era con más violencia. Eso no era lógico. Porque la violencia siempre genera más violencia. Es una espiral que no tiene fin. Por eso, en una de sus más memorables enseñanzas, invitó a sus seguidores a “poner la otra mejilla” si llegasen a golpearlos. Lo cuál, por supuesto, nos parece bastante extraño. Porque una reacción de ese tipo no es normal. Si a mi me golpean, yo también quiero golpear. Si a mi atacan, entonces yo quiero atacar.
¡Eso es justicia!
“¿Estás seguro?”—preguntaría Jesús
Creo que con mucha frecuencia confundimos la justicia con la venganza. Evidentemente, es una relación bastante compleja. Pero tenemos que aceptar que la venganza siempre deja un desasosiego. Quedan preguntas sin responder. La venganza deja las puertas abiertas para que la espiral de violencia siga creciendo. Es decir, ya mataron a Osama Bin Laden ¿y?
¿Eso solucionó todo?
¿Ahora tienen paz? ¿O han iniciado otra guerra?
¿Los miles que salieron a celebrar en las calles la muerte de este hombre ahora duermen más tranquilos?
De hecho, ¿ese tipo de actitudes (celebrar la muerte de otra persona) no muestra precisamente que hay algo que no está del todo en orden en nuestro concepto de justicia?
¿No es esa, más bien, la actitud de un vengador que ya cumplió su objetivo?
Volvamos por un segundo a lo que dijo Jesús: “pongan la otra mejilla”. Siendo honesto, yo nunca había entendido muy bien de qué se trataba eso. Me parecía un acto que tampoco solucionaría nada. Sin embargo, esta semana me encontré en las Escrituras un lugar donde a Jesús lo abofetean, le golpean una mejilla. Evidentemente, él puso la otra mejilla (por eso fue a la cruz). Pero antes de poner la otra mejilla, le dice esto al que lo golpeó:
Si he hablado mal, da testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas?
(Juan 18:23)
Lo que nos da una muestra más concreta del significado de poner la otra mejilla.
Poner la otra mejilla es confrontar los actos injustos de la violencia. Es mirar la cara a persona que tiene que ejercer la fuerza física y cuestionarla. Porque todo ejercicio de violencia, en últimas, es irracional. Por eso alguien tiene que detenerse. Pensar. Y demostrar que la violencia no es una solución y que la venganza es una historia que nunca tiene fin. Nunca dos actos violentos van a dar como resultado un acto pacífico. Como colombiano, te lo puedo asegurar. Ya nosotros hemos visto a muchos terroristas caer, pero la guerra sigue[4]. Siempre hay otro Bin Laden detrás de Bin Laden. La venganza termina por fortalecer la violencia, no por debilitarla.
Jesús demostró que la violencia no debe tener la última palabra.
La violencia no es para celebrar; es para cuestionar.
Bin Laden y Bin Yosef son bien diferentes.
Pero siempre es más fácil parecerse al primero.
©MiguelPulido2011
[1] Si quiere leer el artículo al que me refiero, puede mirarlo en este blog el título “Casarse Antes Del Matrimonio”.
[2] Ahora que ya cumplieron ese objetivo ¿será que van a salir del Medio Oriente o seguirán con su trabajo ‘mesiánico’ de salvar al mundo musulmán?
[3] Ese es el término que se utiliza en la traducción hebrea de Lucas cuando se habla de Jesús. Sin embargo, en el arameo no se habla de “Bin” (o “Ben”), sino de “Bar”. El cambio básicamente es por cuestiones gramáticas y de acentuación.
[4] Así nuestra ex presidente quiera decir lo contrario
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