¿CÓMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS? - pulidomiguel
16134
post-template-default,single,single-post,postid-16134,single-format-standard,fl-builder-lite-2-8-6-1,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-10.1.1,wpb-js-composer js-comp-ver-5.0.1,vc_responsive

¿CÓMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS?

Dialogando con personas y escuchando las inquietudes de mi propio corazón, estoy cada vez más convencido que una de las preguntas que anhelamos contestar es: ¿cómo conocer la voluntad de Dios para mí? Pero, como suele suceder, esa es una pregunta que genera otras preguntas.

¿Existe alguna forma de saberla ciencia cierta?

¿Hay algunas técnicas o pasos o principios que se tienen que cumplir?

¿Qué hago cuando ya tenga una certeza? ¿Alguna vez se van las inquietudes?

¿Cómo sé que no me equivoqué?

¿Y si me equivoqué, hay otra oportunidad?

Sin embargo, cuando pienso honestamente, me doy cuenta que todas esas preguntas están basadas en deseos de tener, de una u otra manera, la sensación de seguridad por causa de un panorama claro y, quizás, si uno fracasa o las cosas no salen como se esperaba tener a quién echarle la culpa. Lo sé, de pronto soy muy mordaz en mis críticas; seguramente habrá propósitos más nobles en el corazón de muchos otros, como el deseo de hacer lo correcto, de honrar a Dios y tantas otras opciones.

Cuando leo las historias de hombres y mujeres en la Biblia, me doy cuenta que esto de conocer la voluntad de Dios descansa en una pregunta que no tiene que ver tanto con lo que está adelante sino lo que está adentro. No se enfoca tanto en el futuro, sino en el corazón. Al final, esa es la cuestión más importante: ¿estarías dispuesto a confiar en la voluntad de Dios?

Dios no le dijo a Abraham para dónde iban, solo le dijo que se fuera.

Dios le dijo a Moisés que liberara al pueblo, no cuánto iba a costar.

Jesús le dijo a sus discípulos “síganme”, no les presentó una tarjeta con visión, misión y plan para los próximos 5 años.

No me malentiendas, claro que existe un valor esencial en proyectar y concretar planes, deseando, por supuesto, que estos estén alineados con el Cielo, pero cada vez estoy más convencido que podemos determinar con toda certeza cuál es el plan de Dios para nosotros en los próximos pasos y va a permanecer la pregunta: ¿estás dispuesto a caminar?

¿De qué sirve saber el mapa si no lo vas a seguir?

Entonces, en lugar de tratar de adivinar el cambiante futuro, me doy cuenta que puedo distraerme en el desarrollo de técnicas para saber cuál es la voluntad de Dios, cuando lo que más necesito es fortalecer el músculo de mi confianza. Y no puedo confiar en alguien que no estoy dispuesto a conocer. Puedo anhelar conocer la voluntad de Dios, olvidando en el proceso que lo esencial es amar a Dios. Seguir pretendiendo, con la arrogancia que me caracteriza, que el centro del Universo soy yo, no él; que la voluntad de Dios es algo que él me tiene que revelar y no algo con lo que me debo sintonizar.

Siempre he visto en la oración de Jesús una noche antes de morir una buena meta a la cual apuntar: “que no sea lo que yo quiero sino lo que tú quieres”. ¿No es esa posición frente a la vida la más arriesgada que existe? Probablemente el tiempo que invertimos en todas nuestras discusiones teológicas para determinar las técnicas correctas para conocer la voluntad de Dios son una forma de evasión de la cuestión de fondo: ¿podría llegar a orar con ese grado de confianza, de desprendimiento, de fe? ¿Podría caminar en la voluntad de Dios aún si eso va en contra de lo que yo esperaría?

Quizás nunca encuentre las técnicas incuestionables.

Pero las preguntas ahora son mucho más arriesgadas.

 

©MiguelPulido

1Comment
  • Patricia Guaqueta Hemelberg
    Posted at 12:53h, 17 febrero Responder

    Maravillosa Reflexión!!!

Post A Comment