
11 Oct FALCAO Y JEREMÍAS 29:11
“Porque yo sé los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”.
Jeremías 29:11
Frente a los micrófonos de múltiples medios, Falcao respondía con impensada sobriedad las indagaciones periodísticas tras haber clasificado nuevamente a un mundial de fútbol. Me llamó profundamente la atención la pregunta de cierre. Ahí, en plena cancha, el lugar que le había dado tantas alegrías y tristezas, penas y glorias, el periodista le pidió que enviara un mensaje a la gente: que podemos lograr todo lo que nos proponemos. Mientras el hombre hablaba, el delantero colombiano negaba vehementemente con la cabeza, y tan pronto como llegó su turno de tomar la palabra expresó en voz alta la convicción de su corazón: “no, no, no, todo es gracias a Dios”.
No él, Dios. Cuando los lentes del mundo se posaban sobre él, él redirigió la atención hacia los cielos. Con una humildad sincera, no fingida, dejó que la gloria pasara de largo para que se direccionara hacia el Único que es digno de ella.
El nombre de Jesús exalta en el estadio nacional de Lima.
Predicación en su máxima expresión.
En medio de la prudencia que lo caracteriza, Falcao recordó que esta experiencia de victoria llegaba después de dos años de un oscuro túnel en su vida, donde el dolor, el desánimo y la desesperanza hicieron presencia constante en su corazón. Por eso usó la palabra restauración en su discurso. Todos sabíamos de qué estaba hablando. De una u otra manera, sentíamos que este era el momento de desagravio por la cruel broma que le había hecho el destino en el 2014.
Instintivamente, llegó a mi mente el texto que cité arriba. Son palabras que constantemente se mencionan en los medios cristianos. Podríamos decir, sin lugar a dudas, que está dentro de los versículos favoritos en las Escrituras. Sus palabras son ciertamente hermosas. La promesa que encierra es profundamente esperanzadora.
Sin embargo, hay un problema.
Suponemos que es una especie de cheque en blanco para que podamos cobrar por una vida de bienestar incesante, de bendiciones constantes y de alegrías permanentes. Algunos lo usan como una especie de amuleto cuando el mal asoma su mirada, olvidando que estas palabras se dirigieron a un público muy específico: personas que estaban desterradas en Babilonia (v.1).
Nadie que ha sido forzado a salir de su tierra sentiría que es una forma de bienestar. ¿Cómo es que Dios habla de planes que no incluyen la calamidad cuando están en medio de semejante tragedia nacional? ¿Acaso se le olvidaron sus planes?
Para responder esa pregunta, pensamos en la respuesta de Falcao. Él también había probado la calamidad, la tragedia, la tristeza. Por dos años de su vida, los planes de bienestar no se sintieron tan reales ni tan verdaderos. Las crisis tienen la facultad de distorsionar el horizonte. Con frecuencia, cuando estamos en medio del dolor, pensamos que no hay la opción de un mañana diferente.
Ahí, en la cancha de fútbol, Falcao nos mostró el inimaginable poder de la retrospectiva. Hoy que estamos viendo que el bienestar lo visita, no podemos olvidar que es un bien que está más allá del mal. Suponemos que la promesa de Dios es la de una vida sin mal, pero se trata de un bien que supera la maldad. Hay victorias que están más allá de la derrota. Los planes de bienestar no ignoran a Babilonia, sino que son un regreso a Jerusalén.
Si estás en crisis, no olvides que hay una promesa de bienestar.
Si estás en bienestar, no olvides que, gracias a Dios, superaste la crisis.
©MiguelPulido
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