
24 May LA POLÍTICA DESNUDA
¡Ay, la política! Sería imposible pasar estos días y no hablar un poco al respecto. Nuestras conversaciones, posts, fotografías y videos rebosan este tema que, como suele suceder, desnuda lo que hay en nuestro corazón. Siendo honesto, mi mayor preocupación es esa: el corazón.
Porque, me guste o no, alguien va a ganar.
Y a algunos no les alegrará, a otros les encantará, a otros no les importará.
Pero, en el camino, hemos sacado a flote lo que hay en nuestra alma.
Ninguna propuesta política, llámese como se llame o venga del lado que venga o esté apoyada por quien esté apoyada, encierra la complejidad del pensamiento cristiano. En él encuentras menciones sobre la justicia, la restitución, el cuidado de los necesitados, las luchas contra la corrupción, el cuidado de los valores, el respeto a las decisiones de los demás, el proceso de aceptación de las mujeres como iguales, entre otras muchas cosas. No existe una agenda política que sea cristiana en el sentido estricto de la palabra. A lo sumo mostrará una parte de ella. Es posible que cada campaña tenga partes congruentes con el pensamiento cristiano y, al mismo tiempo, propuestas que la contradigan.
Un error de grandes proporciones ha sido pensar que una persona debe votar por alguien por ser cristiano. Es terriblemente tóxico cuando cuestionamos la fe de otro ser humano basados en su voto. ¿De dónde sacamos eso? Lo que nos hace cristianos es seguir a Cristo, no a Duque, ni a Petro, ni a Fajardo, ni a De La Calle.
Y ese es el peligro.
Las elecciones han sacado a flote toda nuestra saña, nuestra agresividad y nuestra capacidad de ofender a los demás. Defendemos a capa y espada a un candidato, sin importar si eso se lleva por delante a otras personas. Irónico, ¿no? Le buscamos explicaciones superficiales para suavizar el llamado de Jesús de aborrecer a nuestros seres queridos por seguirlo (Lucas 14:25-27), pero no nos importa perder amigos, conocidos, relaciones significativas e incluso ver familias quebradas por votar por alguien diferente.
Si habláramos de Jesús con el mismo fervor que discutimos de los candidatos, el mundo ya hubiera sido evangelizado.
Si amáramos a Jesús con la misma pasión que defendemos a la izquierda o a la derecha, la iglesia hubiera cambiado el mundo.
Nuestro corazón ha quedado desnudo por estas campañas políticas, demostrando que seguimos descansando en otras cosas que no son nuestro Señor. Decimos que él es Dios Todopoderoso, que pone y quita reyes, pero nos acogemos a su soberanía según la conveniencia: si queda elegido el que nos gusta, lo puso Dios; si queda el que no nos gusta, somos unos burros que tomamos malas decisiones.
Pensamos que la respuesta para nuestro país está en un tarjetón. No es así. Siempre que vienen las elecciones presidenciales dicen que es un momento histórico, coyuntural, que si decidimos mal nos vamos al abismo, y cosas por el estilo. Sí, cada elección es importante; sí, debemos elegir a conciencia; sí, es importante votar; pero de ahí a que nuestro destino se rija por una persona, no es cierto.
Porque ningún político puede cambiar el corazón humano. Ningún partido puede hacer que un esposo respete a su esposa o que un padre responda por sus hijos. Ninguna ley o constitución política podrá hacer que el que roba ya no lo haga.
La demostración de lo que estoy diciendo radica en que muy poco del país ha cambiado. Sigue habiendo guerra, violencia, desigualdad, injusticia, corrupción.
El país no es un eso.
Ni un ellos.
Es un nosotros.
Y seguimos requiriendo urgentemente un cambio de corazón.
©MiguelPulido
No Comments