
21 Oct UNA NINFÓMANA EN LA BIBLIA
No me siento del todo cómodo. Lo pensé muchas veces para ponerle el título a este post, pero no encontré un concepto equivalente. Puedes creer que puse esas palabras para llamar tu atención, pero lo que en realidad quería era hacer era una descripción. Dejaré que tú mismo leas las siguientes líneas y me digas si lo que allí se retrata no es equiparable a la ninfomanía.
Te abriste de piernas a cualquiera que pasaba, y fornicaste sin cesar. Te acostaste con los egipcios, tus vecinos de grandes genitales, y para enfurecerme multiplicaste tus fornicaciones… Una y otra vez fornicaste con los asirios, porque eras insaciable.Lo mismo hiciste con los comerciantes de Babilonia, y ni así quedaste satisfecha…
Pero, cuando en cada plaza armabas un prostíbulo y te exhibías en cada esquina, no te comportabas como una prostituta, ¡pues no cobrabas nada!
Prostitución.
Exhibicionismo.
Piernas abiertas.
Genitales grandes.
Insaciable.
Sin necesidad de dinero.
Todos esos conceptos saltan del texto que leíste y lo menos que podemos hacer es sonrojarnos. No esperamos encontrar este tipo de cosas en la Biblia. Si no crees que está allí, léete el capítulo 16 del libro de Ezequiel. Titular esta descripción como “fuerte” es ser pudoroso o farsante. Estamos ante una descripción casi pornográfica de una mujer que tiene una obsesión ilimitada por el sexo. Ni siquiera vende su cuerpo, lo regala a cualquiera que pase por el camino.
¿Y sabes qué es lo peor?
¡Que esta mujer estaba casada!
¿Qué sentirías si la persona que amas se comportara de esta manera? No tenemos que ir al extremo de la ninfomanía para darnos cuenta el dolor que produce la infidelidad en el que ha sido traicionado. Nunca se trata de “una cana al aire” o “un desliz” (ambos eufemismos para no llamar a las cosas como son), porque el corazón que ha sido engañado poco le importan las cuentas para partirse en mil pedazos. Nadie entra en una relación comprometida con la idea de: “le perdono máximo 3 infidelidades”. Una sola puede acabar todo.
Al alma desilusionada no le interesa la aritmética.
Ahora imagínate que el engañador sea como aquella ninfómana. No simplemente se equivocó una vez, sino que disfruta la infidelidad, le encanta acostarse con todo el que se atraviese a su paso, le gusta más es el sexo que lo que le interesa el compromiso que tiene contigo.
Normalmente cuando escuchamos el concepto de pecado, pensamos exclusivamente en fallas morales, como si el núcleo de ello fuera diferenciar los que se portan bien de los que se portan mal. Sin embargo, la idea que transmite este pasaje es otra: el pecado es una forma de prostitución. Pero seamos honestos: el pecado no sería llamativo ni adictivo si no produjera algún tipo de placer. Lo disfrutamos. Gusta. Nos obsesionamos. De una u otra manera, la descripción de una ninfómana, aunque desagradable, evidencia lo que hace el corazón cuando del pecado se trata.
La mujer de la descripción es la representación de una nación, Israel. Su obsesión sexual es una imagen de su idolatría patológica. Desde la perspectiva divina, la idolatría no es simplemente un problema de orfebrería, es un acto de infidelidad. Se le está entregando la vida a un amante de turno, declarándole al esposo con quien se tiene un compromiso que le interesa más el placer momentáneo que el amor sincero.
Toda sociedad es un reflejo de sus idolatrías.
Y una sociedad es un reflejo de los individuos que la componen.
Quizás lo que tanto incomoda de la descripción de una ninfómana en la Biblia es que no dista de la realidad…
©MiguelPulido
Noemí Castillo
Posted at 17:30h, 22 diciembreUn artículo muy edificante