ZELOTES Y PUBLICANOS - pulidomiguel
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ZELOTES Y PUBLICANOS

Los zelotes eran personas que consideraban que Roma era un Imperio ilegítimo, opresor, que no tenía derecho a tener control sobre la tierra de Israel. El pueblo necesitaba ser liberado, algo así como volver a salir de Egipto. ¿Cómo se podía lograr? Para este grupo, la violencia era la alternativa más viable. Construyeron el proyecto de una insurrección armada.

En el otro extremo de la balanza estaban los publicanos, también conocidos como recolectores de impuestos. Eran judíos que trabajaban para Roma. Manejaban el erario público y aprovechaban la oportunidad para amasar fortunas a costillas de los contribuyentes. Aliados del Imperio, servidores de su codicia y traidores de sus hermanos.

Los zelotes eran como los guerrilleros de la época.

Los publicanos eran como los políticos de ese entonces.

Pero a ambos Jesús los llamó como discípulos.

¿No es eso algo demasiado extraño? Si uno mira las redes sociales en épocas de elecciones, probablemente diría que sí. Nos vemos como ratones encerrados en las ruedas de las mismas discusiones en cada período legislativo. Los insultos van y vienen. Cuestionamos la fe de aquél que piensa distinto, esgrimiendo los versículos de nuestra conveniencia para alimentar nuestro sentido de falsa justicia. “¿Qué clase de cristiano votaría por…?”, preguntamos sin ningún asomo de sonrojo.

Y mientras nosotros seguimos buscando en nuestro arsenal de argumentos los motivos suficientes para aislarnos cada vez más, el proyecto de Jesús sigue latiendo como la verdadera fuerza diferenciadora para transformar el mundo. Nosotros pensamos que un cristiano debería votar de una cierta manera, apoyar ciertas políticas y rechazar otras. Sin embargo, desde el principio de su ministerio, Jesús patea esos presupuestos y busca construir una comunidad que trascienda las banderas políticas.

¿A quién se le ocurre juntar a un zelote y a un publicano?

Un “sígueme” detonó una transformación sin precedentes.

Por supuesto que cada quien puede tener su visión política y defenderla con vehemencia, pero no debemos olvidar que el reino de Dios y que este sueño en construcción que es la iglesia es el espacio sagrado donde pueden convivir opuestos. Quizás pueda sonar facilista o hasta idealista; sin embargo, estoy convencido de que semejante propuesta es la más revolucionaria de todas. No existe ningún otro lugar o proyecto que base su construcción en un pensamiento así.

Vivimos en un mundo obnubilado por saber quiénes están a favor y quiénes están en contra, quiénes ganan y quiénes pierden. En cambio, en la comunidad de Jesús esas categorías no interesan. El sueño es mucho más grande que ganar unas elecciones y la ambición mucho más profunda que tener un presidente acorde a nuestros gustos, porque en este reino ya hay un Rey y nosotros somos súbditos del proyecto de reconciliación que puede unir alrededor de una cruz a aquellos que en el pasado quisieron incluso asesinarse entre sí.

Es por eso que sin ganar elecciones, sin tener candidatos (¡no había democracia!), sin pelearse en las redes sociales, sin negarse a morir abrazados mientras los torturaban y sin disparar una sola arma, el Imperio más grande que la historia había conocido hasta ese momento habló de los cristianos como “esos que trastornan el mundo”.

Esta levadura leuda la masa.

Esta semilla de mostaza se convirtió en una gran hortaliza.

Sueño con el día en el que el publicano y el zelote se puedan volver a sentar a la mesa. Juntos. Unidos. Que ya dejemos de construir comunidades sólo para unos o para otros, donde simplemente alimentamos lo que resuena en nuestro propio corazón. Y que, una vez más, este proyecto de Jesús sea más grande que nuestras preferencias políticas del momento.

 

©MiguelPulido

 

1Comment
  • Alfredo Berroteran
    Posted at 13:55h, 17 mayo Responder

    Yo salí de Venezuela con una tajante posición política, con mucho rencor y odio contra la clase política de turno. Conocí a nuestro Señor en el exilio y comprendí que no se trata de estar de un lado o del otro, sino de llevar mensaje con nuestras vidas.
    En política, pase lo que pase tiene un propósito y si realmente confiamos en la voluntad de Papá nada será en vano.
    Colombia es un GRAN país y lo que decida su pueblo definitivamente será lo mejor

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